A partir de la situación ocasionada por el COVID-19 han surgido una serie de interrogantes acerca de la influencia que han tenido las medidas de restricción tomadas por distintos países a nivel mundial, sobre el ambiente. Es por ello que nos gustaría compartir algunas reflexiones a partir de estas preguntas.
Calidad del aire y reducción de emisiones de GEI
La desaceleración económica ocasionada por la pandemia ha impactado reduciendo la cantidad de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), como el CO2, y otros gases contaminantes de la atmósfera terrestre, los cambios han sido rápidos y evidentes, especialmente en cuanto a la calidad del aire. El ejemplo perfecto es el cambio que presentó China durante los meses de enero y febrero de 2020. La NASA y la Agencia Espacial Europea publicaron imágenes satelitales que muestran una caída dramática de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en el aire de este país. A esta caída le acompaña una disminución de al menos 25% en sus emisiones de CO2, esto es equivalente a una reducción del 6% a nivel global.
Guatemala no es ajena a estos cambios. Con el aislamiento, toque de queda y las restricciones de movilidad entre departamentos se observó una disminución del tráfico vehicular. Lo que más sorprende es la desaceleración de las operaciones de fábricas e industrias en la Ciudad Capital. Durante los meses de marzo a mayo de 2020 se observó una reducción en las concentraciones de NO2 atmosférico en comparación con los mismos meses para el 2019. Tal y como muestra la siguiente figura:
La reducción de estos gases es un aspecto positivo en términos de cambio climático y ambiente. Esto podría aportar en las metas de reducción de GEI de los países y tener un impacto positivo directo sobre el calentamiento global y el ambiente. Sin embargo, para que este impacto positivo se de, las reducciones deberían de prevalecer durante varios años, no meses, para que tuvieran un efecto real sobre las concentraciones totales de GEI.
Ejemplo de ello, es que durante la crisis económica en 2008, se reportaron reducciones significativas de GEI. La lección está que al finalizar la crisis se dio un incremento acelerado de emisiones en los años posteriores. De esa forma, anuló el efecto de la reducción durante la crisis. Esto podría suceder de nuevo en esta situación. Por ello, el efecto a largo plazo de la pandemia sobre las emisiones de GEI es todavía algo que no podemos predecir con facilidad.
Desechos sólidos y agua
Año con año durante la Semana Santa (se celebra entre los meses de marzo y abril), miles de guatemaltecos visitan lugares turísticos del país. Entre ellos, citamos las playas del Pacífico y del Atlántico, lagos y ríos, así como centros recreativos en general. En 2020, con las restricciones de movilidad no fue posible visitar lugares turísticos. La consecuencia inmediata fue una reducción de contaminación por desechos sólidos, que generó un impacto positivo en el ambiente.
No todo es positivo, pues se debe considerar también un posible aumento en la generación de desechos sólidos domésticos y de productos de higiene como mascarillas y guantes. Este aumento se dio tanto en domicilios, hospitales y centros de salud. Esto es producto de las medidas sanitarias tomadas a partir de la pandemia, a la instalación de hospitales temporales y a la creciente demanda de servicios de salud. Se prevee un probable aumento del consumo de agua potable en las zonas urbanas, debido a las medidas sanitarias relacionadas con el lavado de las manos.
Estas interrogantes son un llamado para reflexionar sobre el impacto que está dejando esta pandemia en el ambiente del país y el mundo entero. En la próxima parte, presentaremos más datos y reflexiones sobre lo que podemos esperar.
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