Partió una mujer ejemplar
Recuerdo bien una de sus últimas visitas al campus de UVG. Con la humildad, cortesía y consideración que le caracterizaban, días antes del encuentro se puso en contacto para concertar una cita. No adelantó el tema de la reunión, por lo que esperé su llegada con expectativa, sabiendo de antemano que tendría algo importante en mente. Usualmente era algo vinculado con los estudiantes beneficiados con las Becas Juan Bautista Gutiérrez o consistía en una propuesta para apoyar a más patojos talentosos. Se podía esperar que persiguiera sus proyectos con ilusión y tenacidad. Era difícil decirle que no, pues siempre abogaba por buenas causas.
Esa vez, la visita tuvo que ver con alguien a quien ella no conocía en persona. Se trataba del compañero de uno de sus becarios, cuya familia estaba atravesando dificultades. Había conocido del caso y como acostumbraba, de forma silenciosa y sin ánimo de protagonismo, ya había hecho gestiones para apoyarle con gastos de hospedaje y alimentación. Quería ver si la UVG podía brindarle ayuda financiera. Fue motivo de gran tranquilidad para ella saber que ya se le estaba brindando dicho apoyo. Con una agenda cargada y pese a los achaques que sufría, llegó personalmente para ver cómo ayudar a este joven. Así era Doña Isabelita, una mujer de gran corazón, con una profunda vocación de servicio, quien confiaba plenamente en la educación como una fuente de superación y desarrollo.
Sus ojos claros brillaban con intensidad cuando planteaba sus ideas, aspiraciones y proyectos. Se comprometía de corazón con lo que creía. Dedicó muchos años de su vida tejiendo alianzas y colaborando con diversas organizaciones, buscando respaldar a quienes lo necesitaban. Su labor al frente de la Fundación Juan Bautista Gutiérrez fue ejemplo de solidaridad, eficiencia y responsabilidad social. Desde el 2001, dicha entidad ha apoyado a 187 jóvenes extraordinarios a realizar estudios en la UVG. De ellos, 81 están inscritos en la actualidad en dicha casa de estudios. El éxito de este programa radica en la labor de quienes lo dirigen, siguiendo el ejemplo de doña Isabelita, lleno de sensibilidad y humanidad.
Isabel Gutiérrez de Bosch, dio pauta de lo que significa un auténtico liderazgo de servicio. Su determinación, capacidad, impulso al trabajo en equipo, sencillez, don de gentes e ingenio fueron instrumentales para incidir en la vida de muchos jóvenes y de sus familias. Campechana, elocuente, modesta, chispuda, persistente y, ante todo, de principios y convicciones firmes, dio muestra de cómo hacer bien las cosas. Fue una mujer extraordinaria. Muchos fuimos afortunados al haber compartido con ella y beneficiarnos de sus enseñanzas. Sentiremos no contar con su presencia física, pero su labor perdurará en todas aquellas obras y personas que tocó con su generosidad y trabajo por una Guatemala mejor.
Envío un fuerte abrazo a sus hijos, a sus nietos y bisnietos. Estoy seguro que sentirán un inmenso orgullo y agradecimiento por el testimonio de vida que ella les ha dejado, su legado más importante. Asimismo, presento mi pésame a todos los miembros de la Corporación Multi Inversiones, quienes se despiden de uno de sus líderes más prominentes. Finalmente, envío un abrazo a los cientos de jóvenes que fueron beneficiados con una beca de la Fundación Juan Bautista Gutiérrez, quienes lloran la partida de alguien que fue clave para su crecimiento personal y profesional. Doña Isabelita los acogió como parte de su familia extendida, confiando en su potencial, exigiéndoles dar lo mejor de sí mismos y brindándoles un amor incondicional.
Que descanse en paz una guatemalteca ilustre. Siempre estará presente con nosotros en la Universidad del Valle de Guatemala, en donde la plaza principal de su nuevo Centro de Innovación y Tecnología nos honrará con llevar su nombre. Que su ejemplo sea una fuente inagotable de inspiración para muchas generaciones de ciudadanos.