Reconozcamos su labor y, en su honor, cuidémonos y cuidemos a los demás.
Comienzo agradeciendo a todos aquellos miembros de nuestra comunidad universitaria que, pese a los riesgos y al llamado generalizado a quedarse en casa, se mantuvieron desempeñando tareas presenciales, vitales para asegurar el funcionamiento de la institución, así como otras actividades de respuesta a la pandemia y de servicio a la sociedad. Unos se encargaron de que el Campus tuviera el debido mantenimiento, que los aparatos académicos y administrativos ofrecieran un soporte adecuado y de operar los sistemas que hicieron viables la educación a distancia y el teletrabajo. También desarrollaron los protocolos y medidas para que quienes ingresáramos siguiéramos los controles y precauciones del caso.
Desde sus centros y laboratorios en UVG, otros profesores, técnicos e investigadores trabajaron en la formulación de estrategias, en programas de vigilancia epidemiológica y de salud mental, en la producción de alcohol gel o en el desarrollo de un ventilador y de otros dispositivos para responder a la crisis, entre otras importantes acciones. Un equipo de comprometidos científicos se sumó a otros especialistas para establecer unidades para la administración de pruebas diagnósticas en el momento más álgido de la pandemia, tanto en Quetzaltenango como en la ciudad capital. Apartados de toda búsqueda de reconocimiento y sin afán de protagonismo, la silenciosa y comprometida labor de los miembros de nuestra familia Delvalleriana no sólo permitió la continuidad de labores, sino hizo posible que pudiéramos ayudar a otros.
De igual manera, particularmente ahora que hay un crecimiento en el número de contagios, envío un atento saludo a todos los médicos, enfermeras, bomberos y demás operadores de los sistemas de salud, que han hecho una labor infatigable para atender a los afectados por el coronavirus. Resalto el liderazgo de nuestro Alcalde y de otros servidores públicos que han conducido enormes esfuerzos para salir adelante. También agradezco a las personas que trabajan en farmacias, tiendas, mercados, transporte, industrias, mensajería, bancos, supermercados y en otras entidades, quiénes permitieron que nuestras ciudades y poblados funcionaran y que los ciudadanos que estábamos confinados pudiéramos seguir contando con los servicios, la seguridad y el abastecimiento requeridos. Con responsabilidad, civismo y solidaridad han contribuido a que nos vayamos sobreponiendo a las apremiantes condiciones que marcaron este año.
Son muchas personas a quienes agradecer. Sin embargo, dedico las líneas finales a un guatemalteco que asumió una función toral en este período tan complicado. Edwin Asturias dejó en suspenso sus actividades académicas y familiares en Colorado, hizo maletas y regresó a su país para dirigir la Comisión Presidencial de Atención a la Emergencia COVID-19, COPRECOVID. Gracias a su amplia trayectoria internacional como médico especialista en pediatría y enfermedades infecciosas y a su amplio conocimiento de nuestro sistema de salud, él supo enfrentar las incertidumbres y retos derivados de una pandemia global en Guatemala. Junto a la Ministra de Salud y a su equipo de trabajo, lideró procesos muy complejos. Su temple, abordaje científico y capacidad de ejecución nos mantuvieron encarrilados para mantener niveles controlados en la tasa de propagación, mientras logramos la re-apertura de nuestra economía, guiados por protocolos de bioseguridad. Apreciamos especialmente sus valiosas contribuciones.
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