Alimentación emocional: ¿Comes por hambre o es un reflejo de tus emociones?

Alimentación emocional: ¿Comes por hambre o es un reflejo de tus emociones?

¿Estás estresado y te dan ganas de comer? ¿Estás triste y buscas qué comida te hace sentir mejor? ¿Estás enojado y te desquitas con la comida? Si tu respuesta es sí, puede que tus emociones estén vinculadas con tu alimentación y, que en lugar de comer por hambre, tus emociones sean las que piden comida. ¿Cómo trabajar sobre la alimentación emocional? ¡Sigue leyendo!

¿En qué consiste la alimentación emocional?

La alimentación emocional consiste en un vínculo entre las emociones y la alimentación. Se caracteriza por una alimentación que no nace de una necesidad fisiológica, como el hambre, sino de una necesidad emocional que se gestiona por medio de la comida.

Es importante mencionar que no solo las emociones negativas pueden llevarte a buscar alimentos, también las emociones positivas forman parte de este fenómeno. Normalmente, la alimentación emocional surge como una necesidad de comer un alimento, que suele no ser saludable y es allí en donde muchas veces se pierde el control una alimentación saludable.

¿Cómo saber si comes por hambre o por tus emociones?

Si crees que tu alimentación se debe a tus emociones, fíjate en las características que dicha alimentación posee y compáralas con lo sientes:

  1. ¡Aparece en cualquier instante! El hambre real llega de una manera progresiva, la alimentación emocional llega cuando se te antoja algo de repente.
  2. ¿Golosinas? ¿Dulces? ¿Galletas? Cuando nos alimentamos por nuestras emociones, los alimentos que nos suelen llamar la atención llegan a ser ultraprocesados o de alto valor calórico. Esto se debe a que dichos alimentos, por su composición nutricional, son altamente estimulantes de sensaciones placenteras, lo que conlleva a que recurramos a ellos para calmar o tapar una emoción desagradable.
  3. ¡Si no los comes, te da ansiedad! Al sentir “hambre” y no consumir los alimentos que se te antojan, llegas a sentir ansiedad.
  4. ¿Terminaste comiendolos? Si la ansiedad te llevo a comer los alimentos que se te antojaban, puede que termines con un semiento de culpa y de insatisfacción.

¡Cuidado! La alimentación emocional puede tener consecuencias

Debido al consumo de alimentos con alto valor calórico, puedes llegar a tener consecuencias físicas como problemas metabólicos, aumento de peso, mala digestión, entre otros. Dejando de lado los problemas físicos, una de las consecuencias más grandes de no alimentarte de la manera correcta es el sentimiento de insatisfacción y culpa.

Si tu alimentación se sigue guiando por tus emociones, puede que constantemente refuerces el estado de ánimo negativo y que no puedas prestarle atención a lo que de verdad estes sintiendo.

¡Domina tu alimentación emocional!

La MA. Ana Isabel Rosal, directora de la Licenciatura en Nutrición de UVG, brinda los siguientes consejos para que aprendas a mejorar tu alimentación:

  1. Evalúa si crees que tu alimentación es emocional y aprende a identificarla.
  2. Antes de comer, identifica la emoción o sentimiento que que conduce a la alimentación emocional.
  3. Una vez identificada la emoción o pensamiento que lo ocasiona, reflexiona si la comida es el antídoto para resolver esa situación y piensa en cómo te sientes después de llevarlo a cabo.
  4. Programa algunas actividades de autocuidado para la semana.
  5. Identifica los alimentos que disparan tu alimentación emocional y evita su presencia en casa.
  6. Organiza tu plan de comidas.

Ahora sí, ¡ya puedes comenzar a evaluar si comes por hambre o es un reflejo de tus emociones! ¿Te interesan estos temas? Puede que te guste nuestra Licenciatura en Nutrición. Para conocer más sobre esta, puedes dar clic aquí.

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Last modified: 26/08/2020

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