La peste negra, la viruela, la gripe española, la plaga de Justiniano, el VIH/SIDA y la Tercera Peste, antecedieron al COVID-19. Nuestra historia está marcada por estas y otras enfermedades sumamente letales, que cobraron la vida de una gran cantidad de víctimas. Aunque las cifras no son del todo exactas y existe subregistro de afectados, se
estima que ha habido más de 400 millones de muertes a causa de dichas pandemias.
Parece mentira que todas ellas, consignadas como anécdotas en nuestros libros de historia, hasta hace poco tiempo eran solamente “algo del pasado”. No fue sino hasta que nos vimos forzados a vivir cuarentenas, cerrar escuelas, playas y comercios, mantener distanciamiento social, usar mascarillas y perder a seres queridos, que el tema nos movió el suelo y cobró vigencia. Los últimos dos años han sido un duro aprendizaje sobre las pandemias y sus severos efectos sobre la población mundial. Sin duda alguna, nuestros comportamientos y la falta de cuidado hacia el entorno han sido críticos para la aparición y propagación de estos males.
El Coronavirus se añadió a la lista y ya reporta cerca de 414 millones de casos y unos 5.9 millones de fallecidos en el mundo. A nivel nacional se estiman cerca de 750,000 casos acumulados de COVID-19, con una letalidad del orden del 2.3% y con picos significativos de casos positivos en algunos momentos. Pese a que aún resta mucho por hacer para contener la enfermedad, el impacto del avance en la vacunación ha sido evidente, habiendo relajado la presión sobre el sistema de salud y contribuido a reducir el número de muertes causadas por la pandemia. Aunque faltan muchas personas por ser vacunadas, los datos del Departamento de Guatemala y especialmente del Municipio de Guatemala son halagüeños, lo que ha permitido avanzar en la reapertura de varios sectores.
Hasta hace poco, el tablero de alertas sanitarias se basaba en la incidencia de casos confirmados, las pruebas diarias realizadas y el porcentaje de positividad. En la última actualización se incorporó el parámetro de esquema completo de vacunación, el cual ahora tiene un peso importante en la coloración del semáforo. El último tablero sanitario publicado, actualizado con los nuevos parámetros, muestra que 264 municipios del país están en rojo. Esto representa más de un 75% de los municipios, lo cual tendrá repercusiones serias para varios sectores, incluida la educación.
El Ministerio de Educación inauguró a inicios de esta semana el ciclo escolar 2022. Salvo aquellos establecimientos privados que cumplan con ciertos requisitos, todos los centros escolares permanecerán “a distancia” si el municipio donde se encuentran está en rojo. Esto es muy delicado, pues el poco avance general de la inmunización hará que muchos municipios sigan en rojo y que las escuelas queden cerradas. A esto se agrega la falta de una solución para la vacunación de todos los menores de edad. Todo ello afectará el funcionamiento del sistema educativo y tendrá serias implicaciones en la formación de los niños y jóvenes.
La Gran Campaña Nacional por la Educación presentó esta semana “De vuelta a la escuela, pero no a la misma de antes”. Es una propuesta actualizada que incluye estrategias pedagógicas y de gestión para dar respuesta a las exigencias de la pandemia, así como medidas locales de prevención, mitigación y convivencia, que contribuyan a que la educación siga su curso. Los municipios pintados de rojo no pueden esperar más. Se debe buscar una solución para la pronta reapertura de todos los centros educativos. El futuro de los menores de edad y de Guatemala estará en riesgo si no se hace.
