Período de gran aprendizaje y crecimiento.
“Si la vida te da limones, haz limonada.”. El refrán popular hace referencia a la importancia de poner buena cara en los momentos difíciles, sacar provecho a las caídas, aprender de ellas y tomar lo mejor de dichas experiencias. Insta a las personas a no rendirse y aprovechar lo que se tiene a la mano para salir adelante. La expresión enfatiza la importancia de buscar el lado bueno a las cosas. Literalmente, nos recuerda que incluso si te dan algo ácido o poco apetecible para algunos, como podrían ser los limones, puedes transformarlo en algo más atractivo. Sin duda, los últimos meses nos han enviado muchos limones y ha tocado hacer limonada. Retos enormes han puesto a prueba nuestro tesón, han alimentado nuestra imaginación y fortalecido nuestra capacidad de respuesta.
Próximamente comenzarán las ceremonias de graduación de muchos jóvenes quienes, habiendo superado obstáculos y cerrado brechas, lograron completar la educación secundaria. El fin de esta etapa se ha dado de manera muy distinta a la usual, forzando un fin abrupto de la vida escolar. La crisis nos sacó de un instante a otro del camino, nos alejó de nuestras zonas de confort y nos ha mantenido apartados de las rutinas acostumbradas. Ello nos ha hecho aprender a apreciar aquello que dábamos por sentado, valorar la proximidad y el contacto con las personas que teníamos a nuestro alrededor y reconocer la importancia de las experiencias de aprendizaje que los salones de clase y la escuela nos aportaban. También nos ha permitido conocernos mejor y reconocer nuestras fortalezas y debilidades.
La vivencia del coronavirus ha aportado grandes lecciones. Ha puesto el reflector sobre la relevancia de poner la ciencia al servicio de la sociedad. Ha ejercitado nuestro pensamiento crítico y hecho énfasis en nuestra responsabilidad individual y colectiva, así como agudizado nuestro sentido de compromiso y de responsabilidad. Nos ha recordado la importancia de informarnos bien antes de tomar decisiones y de estar conscientes de las implicaciones de nuestros actos. Nos hemos percatado de que todos formamos parte de un ecosistema y que los pobladores de todos los continentes enfrentan situaciones afines. Las imágenes de hospitales y mascarillas, al igual que el llamado a lavarse las manos y al distanciamiento social, se han convertido en algo usual para todos los pobladores del orbe.
La culminación de la secundaria invita a reflexionar sobre la etapa que concluye y anticiparse a lo que se avecina. A ese mundo de cambios vertiginosos que se proyectaba en el futuro, la pandemia nos ha hecho ver que nada está garantizado y que no queda más que convivir con la incertidumbre. Ha evidenciado los riesgos que nos acechan y han demostrado que somos capaces de reaccionar, aprender por cuenta propia, reinventarnos y usar los recursos que tenemos a nuestro alcance para enfrentar los obstáculos. Dentro de esos recursos destacan las herramientas tecnológicas, pero estas no son suficientes. Se necesita contar con un set de valores y competencias personales para enfrentar situaciones como la vivida en el último año. Determinación, coraje, flexibilidad, fuerza interior, paciencia, solidaridad y persistencia son algunos de los motores requeridos para salir avante. La crisis insta a las personas a dimensionar justamente lo que tienen a su alcance y a descubrir nuevos horizontes. Que la graduación de diversificado bajo estas condiciones tan apremiantes les ayude a convertirse en efectivos agentes de cambio.
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