El 11 de febrero de cada año se celebra el Día internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Esta conmemoración permite evidenciar las brechas que todavía hay en el acceso a la educación y en el desempeño profesional entre hombres y mujeres. Aunque la situación ha ido cambiando paulatinamente, la ciencia y las ingenierías han tenido el estigma de ser campos dominados por hombres. Según datos de la UNESCO, las mujeres aún constituyen menos de un 30% de los investigadores del mundo. Pese a que no se cuenta con suficientes personas con las destrezas requeridas en los campos de ciencia y tecnología, en general las mujeres científicas publican menos, reciben menor pago y usualmente tienen carreras más cortas. De igual manera, el porcentaje de mujeres en ingeniería es muy bajo, situándose en Estados Unidos de América, por ejemplo, en alrededor un 16%.
La situación no ha progresado al ritmo requerido. Según un artículo de Susan Silbey, Profesora de la Escuela Sloan de Negocios de MIT, publicado en 2016 por el Harvard Business Review, la ingeniería es el área de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática por sus siglas en inglés) más dominada por hombres, representando las mujeres entonces sólo un 13% de la fuerza laboral y apenas un 20% de los graduados. Ella menciona que una de las estrategias para atraer a más mujeres a este campo ha sido la introducción de reformas curriculares que promueven el interés de las jóvenes en ciencia y matemática. Sin embargo, esto es importante pero no suficiente, pues, aunque las mujeres tienen iguales o mejores resultados que los hombres, muchas abandonan la carrera durante sus estudios o muy pronto. Se estima que un 40% de las ingenieras se retiran rápidamente o nunca ejercen la profesión. Por ello, es necesario enfrentar la cultura prevalente en estas profesiones, marcada hegemónicamente por ingenieros hombres.
Silbey resalta que tanto hombres como mujeres se inscriben en programas de ingeniería bajo premisas similares. Han sido buenos estudiantes en ciencia y matemática en secundaria y aspiran a lograr oportunidades interesantes y bien remuneradas. Sin embargo, las mujeres tienden a verse más como profesionales responsables socialmente, que trabajan para hacer una diferencia en la vida de las personas y contribuyen a resolver problemas de la sociedad. Finalmente, se encontró que, pese a ese desempeño académico similar, lamentablemente el sistema refuerza estereotipos de género, no siempre propicia una genuina colaboración entre pares, hace que las mujeres se sientan marginadas y/o aisladas y provoca que ellas terminen dudando más que los hombres sobre sus capacidades y que necesiten mayores soportes para reafirmarlas. La autora concluye que, más allá de las estrategias en marcha, urge que la cultura tome a las mujeres más seriamente.
La Universidad del Valle de Guatemala posee uno de los programas de ingeniería más fuertes de la región centroamericana, con todos los programas acreditados internacionalmente desde hace varios años. Un 36% de los estudiantes de ingeniería y un 32% de los graduados son mujeres, habiéndose hecho un gran esfuerzo para atraer a más estudiantes talentosas a estas carreras. Este año, a manera de ilustración, se tuvo un récord en el ingreso de estudiantes mujeres en los programas de ingeniería mecánica y mecánica industrial, lográndose un 28% de mujeres del total de admitidos. En 2018, el porcentaje de mujeres en el Departamento de Ingeniería Mecánica era solo un 8%.
El éxito en el reclutamiento de más mujeres en estas carreras es reflejo de un Curso de Mujeres en Ingeniería que se ha impulsado desde 2018, gracias al apoyo de la Embajada Americana en Guatemala, que está motivando a más mujeres a ser ingenieras. Los datos demuestran el impacto de esta iniciativa. Más de la mitad de las estudiantes actuales del Departamento de Ingeniería Mecánica de UVG son exalumnas de este curso. En estos cinco años el programa se ha diversificado. Inició de forma presencial, impartido en los makerspaces de la UVG. Con la pandemia, el curso se transformó para poder ser impartido de forma virtual.
La crisis de salud introdujo innovaciones valiosas. Para mantener el enfoque práctico del curso, en el makerspace D-Hive de la UVG se fabricaron kits con los materiales para las prácticas y experimentos a realizar, los cuales fueron enviados a los domicilios de todas las participantes. En el curso virtual se contó con jóvenes de todo el país, habiéndose incrementado la cantidad de participantes a 500. La estrategia generó gran interés, pues UVG recibió más de 8,500 aplicaciones. En 2022, nuevamente se retomó el curso presencial en el campus central de la UVG, pero se mantuvo también el programa online. Adicionalmente, se realizó un piloto con un taller con niñas en San Andrés Semetabaj. En 2023, aparte de las modalidades presenciales y online, se tiene previsto trabajar con algunos centros educativos de áreas rurales en el interior de la república para fortalecer sus capacidades en la enseñanza STEAM.
Si bien el desbalance de género en programas de ingeniería mecánica en el mundo es un reto en muchas universidades, hay casos de éxito, y UVG se propuso llegar a ser uno de ellos. Luego de investigar, se vio que en el MIT habían logrado alcanzar un balance y que una de las actividades que realizaban era la de organizar un curso anual de introducción a ingeniería mecánica durante las vacaciones de las estudiantes de secundaria, por lo cual se organizó algo similar en Guatemala. El apoyo del pueblo y del gobierno de los Estados Unidos de América, el involucramiento de ingenieras tanto de E.E.U.U. como de Guatemala y la colaboración de exalumnas del curso han sido determinantes para los resultados alcanzados. Sin duda, se trata de una alianza que ha generado muchos frutos para el beneficio de las estudiantes, de la universidad y del país.
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