Doña Martha Quiñones Amézquita

Doña Martha Quiñones Amézquita

Misión cumplida, Tita.

He tenido la fortuna de conocer y tener cerca a mujeres talentosas, fuertes y luchadoras. Hoy comparto con ustedes el caso de una de ellas. Fue una mujer fuera de época y fuera de serie, que no dejaba que los prejuicios y los estereotipos le limitaran. Siempre me impresionó por su determinación y carácter, su enorme capacidad para identificar oportunidades, aprender por cuenta propia, impulsar proyectos y abrir brechas. Tenía el temple para lanzarse al agua e innovar. Se acercaba a las personas y les proponía negocios que respondían a sus necesidades, convirtiendo posibilidades en realidades. Fue feliz y consiguió lo que se propuso. Logró mantener ese equilibrio que muchas veces cuesta alcanzar. Tuvo gran éxito en su carrera profesional, sin que eso le impidiera tener una vida personal plena, darse gustos, gozar las cosas que disfrutaba y, sobre todo, destinar tiempo a su familia, que fue siempre el punto focal de su existencia, su razón de ser.

Martha Quiñones Amézquita fue todo un personaje. Fundadora y motor principal de la Inmobiliaria Heler y Castro, fue pionera al crear hace casi medio siglo una nueva manera de hacer negocios en el campo de los bienes raíces. Su liderazgo, tesón, vocación de servicio y ética moldearon y guiaron el quehacer de los miembros de la empresa, contribuyendo a la vez al desarrollo del sector inmobiliario del país. Su forma de ver el mundo y de hacer las cosas ha servido de inspiración para muchos. Fue una mujer de sólidos principios y de una profunda fe.  Trabajó arduamente para sacar adelante a su familia, asumiendo muchas veces un rol que convencionalmente estaba reservado solo para los hombres.

Esto parece ser una tradición que corre en las venas de la familia, pues uno puede apreciar patrones similares al escuchar acerca de otras integrantes de su árbol genealógico. Ahí aparecen otras mujeres pioneras, topadas, emprendedoras y aguerridas, con una visión clara de lo que quieren y con un gran corazón. Las historias de la “Guiguis”, su mamá, y de la Ara, su hija mayor, son muestra de ello.

Precisamente, tuve la fortuna de conocer a Doña Martha y a Don Carlos (la Tita y el Tito) cuando Dios puso en nuestro camino a su hija Arabella, quien se ha convertido en la mejor amiga y en una hermana de corazón para mi esposa Gina y para mí. Ella y sus hijas Sofía e Inés son muy cercanas y queridas para nosotros. Gracias a esta relación estrecha, de más de un cuarto de siglo, hemos podido conocer muy bien a la Ara y a los otros tres hijos de los Titos, Juan Carlos, Carolina y Luis Fernando, así como a sus respectivas familias.

Los hijos de Doña Martha nos han hecho valorar aún más su recorrido y sus logros. Más allá del trato personal que tuvimos con ella, la bendición de tener una relación tan cercana con la Ara y sus hermanos nos ha permitido vivir de primera mano la trascendencia de la labor de su extraordinaria mamá, quien siempre les tuvo como una brújula que guiaba sus pasos y sus actuaciones. Sus cuatro hijos se caracterizan por ser buenas personas y ciudadanos comprometidos con su país, con una enorme vocación de servicio y con gran disposición a colaborar con los demás. Son profesionales capaces, responsables e íntegros. Ellos, la mayor fuente de orgullo para sus papás, son el mejor testimonio de las lecciones y valores aprendidos en su hogar. El sábado partió Doña Martha. Deja un enorme legado a los suyos, así como un ejemplo valioso a seguir. Descanse en Paz, Tita.   Misión cumplida.

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Last modified: 18/02/2022