Diego Flores, un joven DJ y productor guatemalteco que radicó en EE.UU. Panamá e incluso Tanzania, dictó el taller Fusión Jazz y Música electrónica. Actualmente es estudiante de la Licenciatura en Composición y Producción Musical, de Universidad del Valle de Guatemala (UVG).
Con su fácil identificación con los estudiantes – Diego es hijo de Michelle Negreros, egresada de la carrera de Química, de UVG- y los retos a los que se enfrentan durante la carrera; el joven multiinstrumentista nos habló de cómo es posible ser un productor musical.
¿Qué te motivó a ser productor de música?
A los 12 años, un familiar me mostró Scary Monsters and Nice Sprites, de Skrillex. Eso me cambió el mundo. No sabía que se podía hacer música así, ni que teníamos permiso para hacerlo. Ese momento fue esencial en abrir mi curiosidad a cómo producir música y cómo crear sonidos que no existen en el mundo natural.
Luego descubrí el jazz y me explotó el cerebro con la cantidad de colores que se podían crear solo con instrumentos acústicos. Es un estilo de música muy reactivo, y desde ese entonces he estado combinando el jazz con la electrónica, lo cual me mantiene siempre emocionado y curioso.
¿Con cuál estilo musical te identificas?
Cuando tenía alrededor de 12 años oí estilos de electrónica como dubstep y trap. Con esa curiosidad, empecé a aprender sobre programas de producción como Reaper y FL Studio, quedándome para siempre con Ableton Live. A los 18, estaba viviendo en Nueva York y la música que oía era casi toda electrónica o soundtracks de películas de compositores como John Powell, Jóhann Jóhannsson, y Michael Giacchino.
Graduado de high school, entendí el jazz y descubrí artistas como Snarky Puppy, D’Angelo, Hiatus Kaiyote y Moonchild. Ese fue un punto en mi vida donde me obsesioné con entender teoría musical, aprendí saxofón tenor, y empecé a desarrollar ideas con más contenido nutricional en cuanto a ritmo y armonía.
En 2018, fui becado de la Fundación Danilo Pérez y participé en el Panamá Jazz Festival. Allí recibí una formación en estudios de jazz y saxofón que me dio la habilidad de componer música más compleja y componer para banda acústica.
¿Qué consideras que es lo mejor de ser un productor musical?
Definitivamente mi parte favorita es el control que uno tiene en cuanto a lo que oye en su mente y el resultado final. Como productor, y más que todo cuando hay un instrumento y teoría de respaldo, no hay que depender de nadie para sacar ideas propias de principio a fin. Es un trabajo muy gratificante, pero también solitario porque no todos los que tocan instrumentos saben producir y no todos los que saben producir saben tocar instrumentos.
Por eso, lo mejor que hice fue tener mente abierta y siempre tener actitud de probar y ayudar a otra gente. La moneda en esta industria son favores y contactos. Si yo sé algo que da valor para alguien más, lo mejor es ofrecer ayuda y crear una relación que en el futuro puede ser una oportunidad para trabajo pagado o entrar a una comunidad de artistas. Me he dado cuenta que no es tan complicado.
Si uno tiene buena actitud, es amable, y fácil para trabajar, el trabajo llega solo. Lo principal es tener consigo mismo una consistencia de trabajo. Aunque no haya fecha de entrega para algo, hay que estar creando y practicando todos los días para que cuando llegue el momento oportuno, ya el portafolio de trabajo está allí y uno está listo para trabajar a la calidad más alta.
¿Cómo has aprendido en el mundo de la música electrónica?
Lo más importante que he aprendido es que hay que desarrollar una capa gruesa para sobrevivir en el mundo de no solo la música, si no la electrónica. La gente siempre va a estar dispuesta a ayudarlo a uno. No es tan frío como se pensaría. Hay mucha comunidad en el mundo donde solo por ser artista se te abren puertas y creas amistades muy bellas con gente de todo tipo.
Toma mucha confianza en uno mismo y un nivel de resistencia al fracaso y rechazo para convertir una pasión en una carrera. No hay una fecha límite para llegar al éxito, pero toma bastante enfoque y consistencia en crear arte sin que nadie se de cuenta por mucho tiempo hasta que llegue el momento donde se empieza a formar una audiencia y empiezan a salir oportunidades.
¿Qué consejos le brindas a los jóvenes que desean seguir una carrera de producción o de ingeniería musical?
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- Usen todos los recursos que tienen a su disposición. Ahora en día, cualquier cosa imaginable que se quiera aprender.
- No traten de hacer todo perfectamente cuando están empezando. Dense licencia para ser principiante y cometer errores. Pueden empezar a experimentar con cosas que no entienden totalmente. En el camino se aprende todo, y en práctica se le queda mejor a uno.
Dense tiempo y mantengan una mente abierta. Si solo han oído rock desde que son niños, no saben si, de repente, la música de Béla Bartók o Antonín Dvořák es su favorita.
¿Qué retos y oportunidades crees que existen en Guatemala para la producción musical?
El mayor reto es el cultural. Mucha de la música que se oye y es “aceptada” a nivel nacional está tan cementada en la cultura que cuesta presentar nuevos sonidos, combinaciones o ideas que se desvían de la convención. Hace falta un empuje para considerar la música como algo esencial para nutrir al ser humano, más allá de entretenimiento o algo que se pone en el fondo.
Artistas con talento hay de sobra en Guatemala. El problema es que no existen plataformas para presentar a esa gente creativa, ni la audiencia en grandes cantidades que están dispuestas a pagar u oír algo nuevo que no sea reggaetón, rock o pop. En ese sentido, creo que requiere una reforma en el sistema educativo para que, desde jóvenes, se desarrolle un valor hacia la música y entendimiento del poder que tiene culturalmente.
Pasión por la producción
Diego Flores egresó como B.Sc. in International Affairs, de la Universidad del Estado de Florida, en Panamá. Es productor multi instrumentista y fue coordinador de producción internacional del 17° Festival de Jazz de Panamá. Su productora Contact debutó con su álbum PARADIGM en el 2022.
Otras fusiones
Diego Flores ha brindado otros talleres. En último taller de fusión de ritmos panameños con jazz, utilizó la canción Malin -de su autoría- para explorar armonía, conceptos de improvisación, variación rítmica al momento de componer, y formas de invitar nuevas ideas al proceso creativo.
Como parte del taller, usó percusión para demostrar y tocar las diferentes claves afrocubanas y panameñas con estudiantes de la carrera de composición y producción musical. Durante el taller, los estudiantes tuvieron acceso exclusivo a la sesión en Ableton Live donde creé la canción. Además, pudieron ver todos los canales individuales con todas las capas que oyeron en la mezcla final y preguntar sobre procesamiento con efectos, técnicas de
mezcla y masterización.
Jóvenes como Diego Flores dieron el salto hacia la producción musical. Si te gusta todo lo relacionado con creación y la industria de la música, te encantará la Licenciatura en Composición y Producción Musical. Visita el enlace www.uvg.edu.gt/inscribete para obtener mayor información.
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